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¿Cómo se mide la obesidad?
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CÓMO SE MIDE LA OBESIDAD |
Las técnicas más útiles y sencillas que se utilizan en la práctica diaria para evaluar el grado de obesidad en el adulto son las siguientes: El índice de masa corporal (IMC) o índice de Quételet, es el método más universal para valorar la obesidad. Impedanciometría. Mediante la medición de la resistencia del organismo al paso de una corriente eléctrica y con un sofisticado sistema de cálculo se puede obtener el valor de los tres compartimentos que forman el cuerpo humano: compartimento de agua, masa magra y grasa. A partir de este último se calcularán los márgenes correctos de peso. Con la generalización de la impedanciometría, la medición de los pliegues cutáneos ha quedado relegada a un segundo plano, ya que el margen de error es superior al de la impedanciometría.
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PREVALENCIA |
La prevalencia de la obesidad en España es del 13,4%, siendo en varones del 11,5% y del 15,2% en mujeres. El sobrepeso afecta al 19,3% de la población, y se distribuye en un 23,3% en varones y en un 15,3% en mujeres. La prevalencia de la obesidad aumenta progresivamente con la edad. A menor nivel socioeconómico y cultural, la prevalencia de la obesidad es superior. Esta prevalencia es mayor en las pequeñas poblaciones y en el entorno rural que en las grandes ciudades. España tiene un índice de obesidad inferior a países como los EE.UU., Alemania, Polonia o Hungría, pero superior al de Australia, los Países Bajos, Suecia, Francia y Bélgica. La obesidad infantil es un creciente problema de salud en los países occidentales. En un estudio realizado en los EE.UU. entre los años 1973 y 1994 se ha demostrado un aumento progresivo de la obesidad entre los 5 y 14 años, en un porcentaje que ha pasado de un 15% de obesos en 1973 a más de un 30% en 1994.
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COMPLICACIONES |
La obesidad no es un vicio sino una enfermedad que frecuentemente acaba provocando las siguientes complicaciones: hipertensión, aumento de colesterol y triglicéridos, diabetes del adulto, apnea del sueño, aparición de piedras en la vesícula biliar, hígado graso, hernia de hiato, aumento de ácido úrico, varices y artrosis de rodillas y caderas. A largo plazo, sus consecuencias pueden llegar a ser mortales: infarto de miocardio, embolia cerebral, algunos cánceres como el de próstata y colorrectal en varones, mientras que en las mujeres la mortalidad se eleva en el cáncer de útero, ovario, endometrio, mama y vesícula biliar. |
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